​Castillo de Santa Bárbara: historia y leyendas

​Castillo de Santa Bárbara: historia y leyendas
19 sep 2020

¿Qué puede hacer un turista en Alicante? Por ejemplo, visitar los lugares interesantes. Uno de los más importantes es el monte Benacantil, en cuya cima, a 166 m sobre el nivel del mar, se encuentra una antigua fortaleza: El Castillo de Santa Bárbara.

Durante las excavaciones arqueológicas en las laderas del monte, se encontraron tanto numerosos objetos de la Edad del Bronce, como restos de asentamientos ibéricos y construcciones romanas.

Cuando la fortaleza fue fundada por los moros a finales del siglo IX d.C., el monte Benacantil (del árabe Banu-LQatil) era bastante más prominente que hoy en día y sobresalía más hacia el mar. Por eso tenía una gran importancia estratégica, ya que desde ahí se vislumbraba perfectamente toda la bahía y, también, los territorios circundantes.

El 4 de diciembre del año 1248, en el día de la conmemoración de Santa Bárbara, el Infante Alfonso de Castilla (el futuro Rey Alfonso X el Sabio) conquistó la fortaleza. En honor a esa gran victoria, la fortificación recibió el nombre de su santa protectora: Castillo de Santa Bárbara. En el año 1296 el rey Jaime II de Aragón tomó posesión de la fortaleza y la reconstruyó. Casi un siglo después, el rey Pedro IV ordenó la construcción de unos muros adicionales y a principios del siglo XVI el rey Carlos I completó las obras.

Desde el año 1562 y hasta el año 1580, durante el reinado del rey Felipe II, siguiendo el proyecto de Juan Bautista Antonelli y Jorge Palearo, se construyeron las salas principales y otras dependencias de la fortaleza, que hoy en día aún se conservan.

La fortaleza sufrió graves daños en todas las guerras libradas en España: los franceses la bombardearon en 1691, los británicos la dañaron gravemente durante los conflictos de 1706-1709, y en el año 1873 fue perjudicada seriamente por la fragata Numancia, de la que se apoderaron los rebeldes cantonalistas de Cartagena… Durante la Guerra Civil (1936 - 1939), los republicanos mantuvieron la defensa en la fortaleza… Y luego fueron fusilados ahí mismo tras la caída de la última línea de defensa del ejército republicano.

El Castillo de Santa Bárbara tiene tres niveles. El primero, el más alto, se conoce como “la torreta" porque está ubicado en la antigua Torre del Homenaje, considerada tradicionalmente como el último refugio durante los asaltos a la fortaleza. Es aquí donde se encuentran los vestigios más antiguos de la fortificación: los cimientos de las edificaciones en esta parte de Santa Bárbara datan de siglos XI-XIII. En este nivel se pueden ver el Baluarte de los Ingleses, el Parque de Ingenieros, la Sala Noble, donde en otros tiempos estuvo ubicado el hospital, la Casa del Gobernador, etc.. En la explanada superior, conocida como el Macho del Castillo, está la antigua alcazaba.

En el nivel medio de Santa Bárbara, se encuentran las edificaciones más importantes construidas en el período entre 1562 y 1580: el Salón Felipe II, el Cuerpo de la Tropa, que se encuentra frente al espacioso Patio de Armas, las ruinas de la antigua Ermita de Santa Bárbara, el Cuerpo de Guardia y el Baluarte de la Reina.

Desde siempre disfruté enormemente paseando tanto por el monte Benacantil, como por los diversos recintos del antiguo y encantador Castillo de Santa Bárbara… Sobre todo en invierno, cuando no hace demasiado calor y, además, hay menos turistas. Las piedras viejas, que vieron tantas batallas, que guardan tantos secretos, me susurran los cuentos y leyendas, que aún viven entre los muros del castillo... La leyenda más famosa que posee esta antigua fortaleza alicantina está asociada a la Cara del Moro – es el nombre que lleva la formación rocosa en una de las laderas de Benacantil, ya que se asemeja al rostro de un moro, viejo y malvado... La leyenda habla de un gran amor entre una princesa árabe llamada Zahara y un joven noble español, por supuesto, cristiano: Ricardo de Oñate. Esta historia sucedió en la antigüedad, cuando la fortaleza estaba gobernada por un cruel príncipe moro, que odiaba a los cristianos y tenía una sola debilidad: su hermosa hija Zahara.

Una vez, durante una celebración en el castillo, la princesa Zahara se escapó de sus aburridos pretendientes y fue al jardín para escuchar el sonido del mar y admirar el cielo estrellado. Fue allí donde conoció a un hermoso joven que se enamoró de ella apasionadamente a primera vista. Él la cautivó con su coraje: a pesar del peligro de muerte que corría por ser cristiano, ¡el joven sin reparo le confesó el gran amor que sentía y por nada quiso separarse de ella! Con dificultad, ella lo convenció de encontrarse más tarde y, usando los pasadizos secretos (de los que está lleno cualquier castillo), llevó al joven noble fuera de la fortaleza.

La pobre princesa no sabía, que en este mismo momento su padre estaba planificando su destino: decidió entregar a su hermosa hija al sultán de Damasco… Al enterarse de este inminente e inevitable matrimonio, Zahara, desconsolada, empezó a marchitarse cada vez más. Ricardo, el joven noble cristiano, la visito a escondidas, ofreciéndole escaparse con él y casarse en secreto… Y todo iría bien, de no ser por la vieja niñera de la princesa que se enteró del plan de los enamorados y le contó todo al padre de la joven. El príncipe moro decidió matar al joven cristiano. Zahara cayó enferma de nuevo... Temiendo por la vida de su hija, pero sin querer darle permiso para casarse con un infiel, el viejo moro le dijo a Zahara: “Si mañana por la mañana la tierra se vuelve blanca, entonces te casarás con tu amado. Si esto no sucede, lo colgaré en la torre más alta del castillo”…

La princesa pasó toda la noche orando por un milagro y el milagro sucedió: ¡por la mañana toda la tierra tanto en la fortaleza, como alrededor de ella estaba cubierta con pétalos blancos de almendros y naranjos! Por desgracia, esto no salvó al pobre joven: el malvado príncipe moro lo colgó en la torre más alta, sin ni siquiera esperarse hasta el amanecer, como lo había prometido… Angustiada y con el alma rota, Zahara corrió hacia el cuerpo sin vida de su amado y, uniéndose con él en un último abrazo, cayó desde la torre a las afiladas rocas de Benacantil. El anciano príncipe no pudo soportar la muerte de su hija y se tiró por el acantilado siguiéndola… Así pues, todos murieron… Desde entonces los lugareños dicen, que la ladera de la montaña por la que se hecho el gobernante moro comenzó a parecerse a su rostro malvado e insidioso. O, al menos, así lo cuenta la leyenda.

Pero sigamos con nuestro paseo… Tras recorrer todos los rincones del antiguo castillo, se puede descansar y refrescarse en un restaurante que se ubica en una de las terrazas de Santa Bárbara. Desde ahí se abre una vista impresionante de la bahía y las laderas del monte Benacantil.

En la plaza inferior de la fortaleza, en un edificio antiguo, a menudo se celebran bodas, cenas y otros eventos…

En el nivel inferior actualmente se encuentra un estacionamiento y el Monumento al ilustre militar alicantino, el Capitán General (el rango militar más alto antiguamente en España) de las tropas españolas en Filipinas y el Virrey de Nuevo México, Félix Berenguer de Marquina.

El Castillo de Santa Bárbara y su silueta tan reconocible son una tarjeta de visita y el principal atractivo histórico de Alicante. Está abierto al público todo el año, de 9 a 19 horas. Puede llegar hasta arriba gratis usando una carretera o pagando unos 3-4 euros subiendo en un ascensor, que pasa por las profundidades del monte Benacantil.

Así que, ¡vengan, disfruten, viajen! ¡Nos vemos en la soleada Costa Blanca!

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